61. EL REGRESO DE AMAYA A LA CASA
Mientras Amaya maquinaba su próximo movimiento, Daniel se debatía entre sus sentimientos heridos y la lealtad a su tía. Sabía que reconquistarme sería una tarea complicada; las emociones no se podían manipular como piezas en un tablero de ajedrez. Aun así, la desesperación por tenerme para sí mismo lo empujó a actuar.
Daniel decidió jugar su carta más arriesgada: aparecer en mi vida como un hombre cambiado, dispuesto a hacer todo lo necesario para ganarse mi perdón y mi corazón. Sin embargo, en el fondo sabía que enfrentaría la mayor batalla de su vida: luchar contra un amor verdadero y contra su propia ambición.
Mientras tanto, en la amplia y luminosa habitación de mi casa, Ilán y yo descansábamos tras hacer el amor. Él se había recuperado milagrosamente, sin más tratamiento que disfrutar de mis atenciones y del ambiente saludable que le proporcionaba. Desde que descubrió que podía funcionar plenamente como hombre, Ilán anhelaba mi cercanía constantemente. El deseo que yo despertaba