La nana Marina desde donde estaba no se perdía lo que hacían estas personas, para luego contarnos todo.
Eleonora había asentido con una determinación férrea. No permitiría que la hija de una auxiliar de limpieza como yo, por más suerte que hubiera tenido, la superara. Ella era Eleonora Rivera, acostumbrada a conseguir lo que quería, y estaba decidida a ser la señora Makis por derecho propio. ¡Había esperado demasiado tiempo para que Ilán se decidiera, para dejar que me ocupara su lugar! Por su parte, la abogada Dafne permanecía en silencio, trazando sus propios planes y ambiciones. No se iba a quedar fuera de nada. Podía darse cuenta de que Daniel y Eleonora eran unos tontos que podría usar para su propio beneficio. Tendría que ser ella la que saliera victoriosa al final. Ella y sólo ella sería la señora Makis, dueña de amba