IVORY:

 El viaje continuó entre risas y planes, más enamorados que nunca y ansiosos por seguir con la vida feliz que habíamos llevado las últimas semanas en París. Al fin nos detuvimos ante la mansión de ensueño que había construido con mis primeras ganancias para mis padres. Un suspiro salió de mi pecho mientras recordaba cómo solían recibirme cada vez que regresaba a casa.

—Bienvenida a casa, mi amor —susurró Ilán, apretando suavemente mi mano.

Le sonreí con los ojos brillantes de emoción. Me dejé abrazar de nuevo por Ilán sin apartar la vista de la entrada de nuestra casa.

—Gracias, cariño —dijo Ilán con una sonrisa. — Estoy feliz de poder compartir este lugar contigo.

Al bajar del auto, fuimos recibidos por los gritos de alegría de Amelie, que corría hacia nosotros con los