En la suite presidencial de un exclusivo hotel de la ciudad, no podía contener mi sonrisa de satisfacción mientras observaba la avalancha de información que inundaba la televisión, desacreditando sistemáticamente a Ivory Cloe. Mis ojos brillaban con un destello de triunfo malicioso, saboreando cada detalle revelado sobre la vida de mi rival.

A mi lado, sentada con una postura rígida y profesional, estaba Dafne, la asistente y abogada que todos creían desaparecida. Su rostro, una máscara de fría eficiencia, contrastaba con la euforia apenas contenida que me embargaba. Había sido Dafne quien, por orden de Amaya, con meticulosa precisión, había recopilado cada fragmento de información sobre la vida de Ivory, construyendo el arsenal que ahora se desplegaba ante los ojos del público.

La segunda parte de la trampa que la suegra de Ivory había planeado antes del supuesto coma estaba expuesta. Solo que ahora estaba enriquecida con la estratagema que habían creado los padres de Eleonora p