Mientras nos alejábamos juntos, sentí una oleada de gratitud y amor hacia ella. A pesar de todos los peligros y secretos que nos rodeaban, Ivory permanecía firme a mi lado, una luz constante en la oscuridad que amenazaba con envolernos. Con ella a mi lado, me sentía capaz de enfrentar cualquier desafío.
Amelie y Leila nos seguían de cerca, rodeadas por los hombres de seguridad que formaban un círculo protector, impidiendo que los fotógrafos se acercaran o capturaran imágenes de nosotros. El bullicio de la prensa y el constante destello de las cámaras creaban una atmósfera caótica y abrumadora. —¿Siempre es así? —preguntó Leila, en un susurro. Se veía visiblemente intimidada por tanta atención de la prensa y trataba de ocultar su rostro con su hermoso cabello, como si fuera un velo protector contra las miradas indiscretas.