Capítulo 85.
POV Nicolás
Llegué a la mansión exhausto. El día había estado lleno de reuniones, contratos, llamadas de abogados, presupuestos y demás, no había tenido ni un segundo de tranquilidad. Encendí la luz del hall y pregunté sin ánimo a la primera empleada que apareció:
—¿Dónde está Mila? —dije.
Me miró con esa mezcla de respeto y miedo que tienen los empleados delante de los señores. Titubeó.
—Señor… está encerrada en su habitación. Dice que le duele la cabeza. No ha estado con los niños en toda la tarde.
“No ha estado con los niños” quedó en el aire.
Subí al dormitorio principal con pasos pesados. La puerta estaba entreabierta. Entré sin llamar. Ella estaba tendida en la cama en una postura demasiado sensual: la espalda arqueada, una pierna colgando como si invitara, la cabellera suelta sobre la almohada y una sonrisa provocadora, para nada la de alguien que tiene una crisis de migraña. Por un segundo todo lo demás dejó de tener peso: la imagen alentaba y desconcertaba al mismo tiempo.
—¿