Eirik y yo volvimos al lugar donde estaba el caballo. Allí en el suelo, él tiró un pedazo de piel. Yo puse los ojos en blanco, pero no comenté nada.
— ¿No te da miedo que alguien venga por nosotros? — le pregunté.
Él me miró y se encogió de hombros, se veía bastante despreocupado.
— Que lo intenten, dudo mucho que puedan conmigo — me dijo.
Yo me acerqué a él y lo empujé, él me miró con el ceño fruncido.
— ¿Alguna vez te han dicho lo problemática que eres? — me preguntó.
Yo asentí con la cabeza, recordando los dolores de cabeza que le di a mis padres y a mi madrastra.
— Estoy aquí por ser problemática. Me embriagué y conduje un coche, casi me mato — le dije sonriendo.
— Estás loca — me dijo.
Me tiré sobre la piel e iré a Eirik.
— Vengo del tiempo donde ustedes no existen, de hecho, son solo un mito, ni hablar de las brujas — le dije riendo.
Él se sentó a mi lado y me observó.
— Háblame de eso — me pidió.
Yo me acomodé y asentí. Empecé a hablar sobre mi mundo, sobre las costumbres que t