Maldición

Ulrich se encontraba sentado en su cama, con la mirada perdida en el vacío, su rostro endurecido por el peso del duelo que lo asolaba. Sin embargo, el duelo que pesaba sobre él ya no era exclusivamente por la pérdida de su Luna Lyra y su heredero, sino por la sucesión de tragedias que habían azotado su reinado.

Después de Lyra, vinieron Selene, Artemis, Celeste, Nyx, Diana, Sable... Una tras otra, sus Lunas fueron elegidas entre las esclavas de su harén, cada una embarazada con su hijo, cada una arrebatada por la muerte en el parto o poco después, llevándose consigo el fruto de su esperanza.

Ahora, Ulrich no era temido solo por su fuerza o crueldad, sino por una terrible reputación que se extendía por todo el reino: el Rey Maldito. Cada vez que una nueva Luna ascendía en su harén, el miedo y la angustia se propagaban entre sus súbditos y más allá, incluso los alfas de otras manadas temían que sus hijas fueran elegidas por él, prefiriendo deshacerse de ellas que arriesgar el destino incierto que esperaba a cualquier mujer seleccionada por Ulrich.

La situación se volvió tan desesperada que Galadriel, el respetado líder de los ancianos, convocó a una reunión urgente entre los miembros del consejo. Era hora de discutir el futuro del reino, ya que parecía que Ulrich estaba destinado a la desgracia.

Galadriel se levantó entre ellos, su voz resonando en la sala con autoridad y determinación.

"Hermanos y hermanas del Valle del Norte", comenzó, su voz resonando con solemnidad. "Nos encontramos ante una crisis sin precedentes. Nuestro Rey Alfa, Ulrich, está maldito por un terrible destino que arrebata la vida de sus Lunas y sus herederos."

Los murmullos se extendieron entre los ancianos, reflejando la preocupación que pesaba sobre todos los presentes. Era evidente que algo debía hacerse, antes de que la maldición de Ulrich consumiera no solo a sus elegidas, sino a todo el reino.

Galadriel miró a su alrededor, encontrando las miradas preocupadas de los ancianos.

"Es nuestro deber como guardianes de este reino encontrar una solución para esta maldición. Debemos actuar en beneficio del pueblo y la estabilidad de nuestro Valle."

Las discusiones se prolongaron durante toda la noche, con los ancianos debatiendo fervientemente sobre posibles cursos de acción. Desde antiguos rituales hasta alianzas con otros clanes, todas las opciones fueron consideradas en la búsqueda de una respuesta a la terrible maldición que azotaba a Ulrich y su reino.

Galadriel enfrentó a cada uno de los ancianos reunidos, su mirada firme reflejando la seriedad de la situación. Era hora de enfrentar la verdad sobre la maldición que azotaba al reino y encontrar una solución para el futuro del Valle del Norte.

"La verdad es una sola", comenzó Galadriel, su voz resonando en la sala. "Cuando Ulrich decidió diezmar la manada de Gray en el Valle de Colmillo de Plata, una maldición cayó sobre él y todo el reino. El precio que estamos pagando ahora es demasiado alto para ignorarlo."

Los ancianos se miraron entre sí, comprendiendo la gravedad de las palabras de Galadriel. Eldrus se levantó entre ellos, su expresión marcada por la perplejidad ante la propuesta de Galadriel.

"Pero, ¿qué estás sugiriendo, Galadriel?", preguntó Eldrus, buscando respuestas en la expresión determinada del líder de los ancianos.

Galadriel lo enfrentó con firmeza, sin retroceder ante las objeciones. "La verdad es clara, hermanos. Ulrich ya no puede liderar nuestro reino. Su maldición nos amenaza a todos, y debemos actuar en beneficio de la supervivencia del Valle del Norte."

Eldrus abrió los ojos, sorprendido, visiblemente impactado por la sugerencia de Galadriel. "¡Esto es traición!", exclamó, su voz resonando en la sala con indignación.

Galadriel se mantuvo impasible ante la acusación de Eldrus.

"No es traición, Eldrus. Es una necesidad desesperada de proteger a nuestro pueblo. Si no actuamos ahora, estaremos condenando a todos al mismo destino que Ulrich."

Theron, otro anciano respetado, intervino en apoyo a Galadriel.

"Galadriel tiene razón. Además, no podemos olvidar que Ulrich usurpó el trono del Valle del Norte mediante la violencia y ahora estamos pagando el precio por ello. No podemos permitir que nuestro reino sea consumido por la maldición que lo persigue."

Eldrus frunció el ceño, sintiendo la presión de las palabras de sus colegas ancianos.

"Parecen olvidar lo que Ulrich es capaz de hacer cuando se siente amenazado", advirtió. "No dudará en tomar represalias contra todos y cada uno de nosotros si descubre que conspiramos contra él."

"Si deseas salir de esta reunión, Eldrus, siéntete libre de hacerlo. Pero no olvides que tu reluctancia a actuar pone en peligro a todo el reino", Galadriel fijó su mirada en Eldrus, su determinación inquebrantable.

Antes de que Eldrus pudiera responder, la puerta de la sala se abrió y el beta Turin entró, su expresión seria indicando que algo importante estaba sucediendo.

"¿Qué está pasando aquí?", preguntó Turin, su voz resonando con autoridad en la sala, mientras se preparaba para enfrentar las revelaciones que les esperaban.

***

Ulrich permaneció sentado en su cama, su mente inmersa en pensamientos sombríos mientras sostenía el vaso de metal entre sus manos. La presencia de Turin a su lado trajo una interrupción no deseada, pero la urgencia del asunto lo obligó a escuchar.

"No quiero ver a nadie, Turin", murmuró Ulrich, con la mirada fija en algún punto distante.

Sin embargo, Turin no se dejó disuadir por el rechazo de Ulrich. Sabía que el asunto era crucial y necesitaba ser abordado, sin importar la reluctancia del rey.

"El asunto es importante, mi rey", insistió Turin, manteniéndose firme frente a Ulrich.

"¿Qué quieres, Turin?", cuestionó Ulrich, su voz cargada de tensión.

Turin se acercó al rey, su expresión seria reflejando la importancia de lo que tenía que decir.

"Encontré a los ancianos reunidos en la sala del trono en una reunión secreta", comenzó, con los ojos fijos en Ulrich.

La mención a la reunión de los ancianos hizo que Ulrich entrecerrara los ojos, su semblante volviéndose más sombrío.

"¿Y qué estaban discutiendo?", preguntó, su curiosidad mezclada con una pizca de desconfianza.

Turin se mantuvo firme ante la penetrante mirada de Ulrich.

"Hablaron sobre la posible maldición que ha caído sobre el reino, o mejor dicho, sobre ti, después de la batalla contra la manada del Alfa Gray", respondió, eligiendo sus palabras con cautela.

La mención a la posible maldición hizo que Ulrich se pusiera aún más tenso, recordando sombríamente la profecía de Gaia resonando en su mente.

"¿Dijeron algo más?", preguntó, su voz cargada de una mezcla de preocupación e irritación.

"No, yo mismo me aseguré de dispersar a esos supersticiosos", explicó Turin sacudiendo la cabeza en negación, su lealtad a Ulrich trasluciéndose en sus palabras.

Ulrich reflexionó sobre las palabras de Turin, una sensación de inquietud instalándose en su pecho.

"Turin, durante esa batalla, la Peeira Gaia me advirtió sobre una maldición que caería sobre mí si ganaba", reveló, su voz resonando con un tono sombrío.

Turin frunció el ceño, sorprendido por la revelación.

"¿Y qué vamos a hacer al respecto?", preguntó, buscando orientación en Ulrich.

Ulrich respiró profundamente, su mente trabajando rápidamente en busca de una solución para el dilema que enfrentaban.

"Hay una manera de romper esa maldición".

Ulrich respiró profundamente, su mente trabajando rápidamente en busca de una solución para el dilema que enfrentaban.

"Necesito encontrar a mi compañera destinada", declaró, su determinación clara en sus palabras.

Turin asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

"¿Y por dónde empezamos?", preguntó, listo para actuar según las instrucciones de Ulrich.

Ulrich reflexionó por un momento, su mente calculando los próximos pasos a seguir.

"Comienza buscando a cualquier mujer con cabello negro y ojos azules", ordenó, su voz firme y decidida. "Así eran las mujeres de mi manada".

Turin asintió, entendiendo la importancia de la misión asignada por Ulrich.

"Entendido, majestad. Comenzaré de inmediato".

Ulrich observó a Turin salir de la habitación, su mente inmersa en pensamientos sobre el destino del reino y la búsqueda de su compañera destinada.

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