Después de cambiarse de ropa y de ponerse la pijama, Julie cae de costado sobre la cama y arropándose por completo ella observa hacia la ventana y deleitándose con la belleza de la noche, ve el cielo estrellado en su máximo esplendor.
Un sollozo la abandona y suspirando susurra:
—Nunca debí venir… Nunca.
La puerta de su habitación es tocada dos veces y ella se gira para espetar:
—Quiero estar sola. ¡Gracias!
—Julie… —La voz de Luciano la hace aguantar un gemido de dolor.
Todo le recuerda a su italiano de ojos exóticos.
Todo.
—Déjame sola por favor.
Este ignora su pedido y se adentra en la habitación lo cual la enojar y sentándose de mala gana en la cama ella espeta:
—¿Qué no entiendes que quiero estar sola?
—Sé lo que pasó.
Julie guarda silencio y le sostiene la mirada mientras lo ve tomar asiento en la cama de Eliza.
—Marcos estuvo mal, lo sé. Él también lo sabe. Lo reconoce y lo acepta. Pero merece que le des una oportunidad de explicar su situación y si después de saberla aún no q