El sol de la tarde se filtraba por los ventanales de la biblioteca del palacio, proyectando haces dorados sobre las estanterías de madera oscura. Mariana pasaba distraídamente los dedos por los lomos de cuero de los libros mientras buscaba algo para leer a los niños antes de dormir. Había descubierto que esta habitación se había convertido en uno de sus refugios favoritos en el palacio, un lugar donde el tiempo parecía detenerse entre páginas antiguas y el aroma a papel y madera pulida.
Fátima y Karim habían mostrado especial interés por los cuentos tradicionales de Alzhar, y Mariana pensó que sería una buena idea encontrar alguna historia que conectara a los pequeños con sus raíces. Sus dedos se detuvieron en un volumen particularmente antiguo, encuadernado en cuero rojo con inscripciones doradas en árabe. Al sacarlo, algo se deslizó desde entre sus páginas y cayó al suelo con un susurro apenas perceptible.
Mariana se agachó para recogerlo. Era un sobre amarillento, s