El vestido que Mariana había elegido para el evento de caridad era de un azul profundo que le recordaba al cielo justo antes de que la noche cayera completamente, con mangas largas y un corte conservador que había sido diseñado específicamente para ocultar la pequeña curva de su vientre de trece semanas. No porque se avergonzara del embarazo, sino porque no quería dar a los medios más munición de la que ya tenían. El maquillaje había sido aplicado con una precisión casi quirúrgica, cubriendo las ojeras que las pesadillas persistentes habían dejado bajo sus ojos, creando una máscara de serenidad que no sentía en absoluto.

—No tienes que hacer esto —dijo Khaled por tercera vez mientras el vehículo se acercaba al hotel donde