Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl mundo se redujo a un punto: el cañón del arma de Rashid apuntando directamente a la frente de Mariana. Ella podía ver su propio reflejo distorsionado en el metal pulido, podía sentir cómo cada músculo de su cuerpo se tensaba preparándose para un impacto que sabía que no podría evitar.
—Nadie se mueve —la voz de Rashid era sorprendentemente calmada para un hombre cuya vida acababa de desmoronarse—. Ni un paso más o disperso su cerebro por toda esta habitación.
Hassan se había detenido a medio movimiento, su propia arma a medio desenfundar. Los consejeros que habían entrado tras Khaled ahora retrocedían hacia las puertas, algunos gritando, otros paralizados por el shock.
Rashid se mo







