Damon
El aire estaba cargado, pesado, como si el mundo entero estuviera conteniendo la respiración. Podía sentirlo, incluso antes de escuchar el crujido de las ramas en la lejanía. Los cazadores mágicos se acercaban. Lo sabía. Estaba demasiado en sintonía con el ambiente para ignorarlo. Cada brisa que acariciaba mi piel traía consigo una sensación de peligro, como si los árboles mismos susurraran advertencias al viento.
Me apoyé contra la pared de la cabaña, observando a Cassie con una mezcla de deseo y frustración. Estábamos en una encrucijada, y lo sabía. No podíamos seguir huyendo. No otra vez.
Cassie caminaba de un lado a otro, sus pasos ligeros pero llenos de tensión. Su rostro, usualmente sereno, ahora estaba marcado por una inquietud palpable. Podía ver la batalla interna en sus ojos. Ella también lo sentía. La presión de saber que estábamos a punto de perderlo todo, de que nuestra huida podría no ser suficiente esta vez.
—Damon —su voz cortó el silencio como un cuchillo. La mi