C188-ESTARÉ AQUI PARA CUANDO DESPIERTES.
El cielo de París aún estaba cubierto de nubes grises cuando el Mercedes negro se estacionó frente al hospital. Eros bajó sin esperar que le abrieran la puerta. Vestía traje oscuro, el mismo con el que horas antes había cerrado un acuerdo sangriento al sur de la ciudad. La lluvia había limpiado sus zapatos, pero no el rastro de lo que había hecho.
—Jefe, la señora y las niñas están bien —dijo uno de sus hombres al paso.
Eros asintió sin detenerse. Subió directo por el ascensor privado. Era su derecho. Había derramado suficiente sangre por esa paz momentánea.
Asumir el mando después de la muerte de Ezra no había sido sencillo. Su hermano habia expandido la organización a Nápoles, y los enemigos eran más jóvenes y hambrientos. Pero Eros estaba listo para enfrentarlos y aunque por consejo le habían pedido que regresara a Albania, él se había quedado en París, con su esposa e hijas.
Donde realmente quería estar.
Cuando abrió la puerta de la habit