—Sí, para ti quizás, pero para mí es el señor Alex Aguilar.
—¿Cómo ha estado?— pregunté con curiosidad, considerando que nuestra comunicación era tan frecuente como la mía y la de Alex.
Pensé que estaba ocupado. Captarlo entre sesiones ha sido casi imposible. Sobre todo estando tan lejos de casa.
—¿Hogar?—
—Los Ángeles—, suspiró como si lo extrañara.
Fue solo otro recordatorio de que la estancia de Gabriel era temporal. Intenté disimular el bajón en mi cara.
—¡Claro! —Fingí alegría, aguantando un momento de silencio incómodo que se interpuso entre nosotras. Miré el sobre que Lina tenía en la mano, curiosa por saber por qué estaba allí, sobre todo por lo que suponía esta noche—. Entonces, Lina... ahora que mi portero cree que me buscan en el juzgado, ¿de qué hablamos?
Ella rozó la esquina del sobre con el pulgar, esbozando una sonrisa cortés. —Como sabrá, me han designado para supervisar cualquier situación legal que pueda surgirle...—
La verdad es que me alegra que lo hayas mencionado