Mamá Meg me guiñó un ojo de forma poco convincente, asegurándome como si yo fuera demasiado testaruda para admitir algo. Pero tenía razón; Aguilar Jones nunca había traído a nadie aquí. En el pasado, había tenido infinidad de novias, ninguna de las cuales duraba más de una semana. Normalmente, las mujeres que encontraba terminaban siendo demasiado pegajosas para su gusto y, antes de que me diera cuenta, volvíamos a nuestras costumbres habituales como si no hubiéramos perdido el ritmo.
—No nos obsesionemos con la semántica —dijo Mamá Meg riendo—. Lo importante es que todos son felices y conviven.
—Bueno, en realidad no ha sido tan malo, teniendo en cuenta que Cristina pasa todo su tiempo con... —Camilla estaba a punto de mencionar el único nombre que abriría un montón de preguntas que no estaba lista para responder: Gabriel.
¡Trabajo! ¡Me paso todo el tiempo en el trabajo! —grité, interrumpiéndola de la forma más obvia. Camilla entrecerró los ojos y separó los labios cuando Mamá Meg co