Puedo sentir los ojos de Renzo sobre mí.
Los nervios están haciendo mella en mí. Pero no hay marcha atrás porque esto es un compromiso con la fundación y los chicos que se benefician de estas recaudaciones.
Todos los aquí reunidos estamos con un solo propósito.
Así que me armo de valentía y sigo caminando hasta detrás del escenario.
Miro al rededor y noto como mi compañera, Emily está pálida y resopla, nerviosa.
Le doy una sonrisa intento alentarla.
—Venga, todo saldrá bien.
—Eso espero.
Lanza una risa nerviosa.
Cuando nos llaman, subo al improvisado escenario, junto a Emily, que ahora tiene una sonrisa en su rostro.
Me sorprendo cuando Daniel, el chef del centro, se para junto a mí.
—Te dejaste convencer —cuchicheo con diversión, y él pone los ojos en blanco.
—Mirian puede llegar a hacer muy insistente.
Me rio entre dientes y miro al frente para encontrar él escudriñó del público presente.
Mi mirada se va a donde está Renzo que me mira con gesto indescifrable.
Karla, toma un segundo