CAPÍTULO 51

A la espera de que su hermana apareciera en la cafetería donde Cameron había quedado, dejó el café y miró a su alrededor. Un taxi se detuvo junto a la entrada del café. Cameron suspiró. Así que el momento que Cameron había esperado ya estaba marcado por esa acción de su hermana.

Tacones rojos altos, vestido corto y ajustado que marcaba sus curvas, el escote que distraía a cualquiera y esa sonrisa burlona que se dibujaba en su rostro en cuanto sus ojos encontraban su otra parte.

—Cameron, Cameron, querida mía. Cuánto tiempo sin verte. Las hermanas no deberían estar separadas tanto tiempo. ¿Puedo tomar asiento?

Cameron asintió. Había sido una mentira si pensó que algún día tendría el valor de enfrentarse a ella. El cuerpo de Cameron se estremeció. ¡Qué ingenua seguía siendo!

Cameron no podía dejar de mirarla. Esa horrible sonrisa que sólo un asesino puede tener. Cameron nunca iba a olvidarla. ¿Y lo peor? No tenía forma de probar lo que había hecho su hermana porque había momentos en los
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