La oficina de Alexander Sterling se había convertido en el centro de operaciones de Tamara durante la última semana. Mientras el abogado revisaba meticulosamente cada página del contrato prenupcial que había firmado tres años atrás, ella observaba la ciudad desde el ventanal del piso cuarenta y cinco, sintiéndose como una general planeando una batalla.
—Esto es... fascinante —murmuró Sterling, y había algo en su tono que hizo que Tamara se girara inmediatamente.
—¿Qué encontró?
El abogado levantó la vista con una expresión que solo podía describirse como admiración maliciosa.
—Su esposo es, aparentemente, tan arrogante como estúpido. —Giró el documento para que Tamara pudiera verlo—. Cláusula 47, subsección B. ¿La recuerda?
Tamara se acercó y leyó el texto legal denso, sintiendo cómo su pulso se aceleraba con cada palabra.
—Dice que si cualquiera de las partes es encontrada en infidelidad comprobada, la comunidad de bienes se disuelve automáticamente y la parte inocente recibe el sese