Mundo ficciónIniciar sesiónEl departamento en el centro de la ciudad tenía ventanas que daban al este, capturando los amaneceres de una manera que Tamara nunca había experimentado en la mansión Voss. Cada mañana, la luz dorada entraba gradualmente, transformando el espacio de oscuridad a claridad. Era una metáfora demasiado obvia, pero a Tamara no le importaba.
Se despertó con el sonido de teclas siendo presionadas en la habitación contigua. Ethan había estado despierto durante horas, escribiendo. Su libro sobre su vida como mercenario estaba casi terminado, y cada noche le dejaba páginas nuevas para que las leyera. La honestidad brutal de su narrativa la asombraba: no se permitía excusas, no romantizaba la violencia, no justificaba lo injustificable.
Tamara se levantó, poniéndose una bata, y caminó hacia la pequeña oficina donde Ethan trabajaba. Él levantó la vista cuando la sinti&oac







