Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl yate era obscenamente lujoso: madera de teca, acabados en oro, ventanas que daban a un océano que se extendía interminablemente en todas direcciones. Tamara y Valentina habían sido separadas después de ser sacadas de la suite del resort. Los mercenarios no habían sido violentos, exactamente, pero su eficiencia profesional era más aterradora que cualquier brutalidad abierta.
Ahora Tamara estaba sentada en un salón privado, sus manos no atadas pero vigiladas por dos guardias armados que se mantenían inmóviles como estatuas. La puerta se abrió y Valentina fue empujada dentro, luciendo igual de perdida y asustada.
—¿Dónde estamos? —susurró Tamara.
—Aguas internacionales —respondió Valentina, su voz temblorosa—. Fuera de jurisdicción de cualquier país. Aquí, las leyes no existen.
Antes de que pudieran decir m&a







