POV ÁNGELA
El aire frío me cortaba la piel como cuchillas invisibles mientras avanzábamos por el angosto sendero que llevaba a la cabaña. La nieve crujía bajo nuestros pies con un sonido seco y ominoso, y el silencio del bosque solo era interrumpido por el susurro del viento entre las ramas desnudas y el clic metálico de nuestras armas al revisarlas una última vez. Mi aliento se condensaba en nubes blancas frente a mi rostro, y cada inhalación traía el aroma gélido de pinos y tierra congelada. Llevaba una semana sin Bruno, una eternidad de noches insomnes llenas de pesadillas donde lo veía torturado, roto. No podía fallar ahora. No después de todo lo que habíamos construido juntos en medio de esta pesadilla de venganza y amor prohibido.
Draco iba adelante, silencioso como un fantasma, su figura envuelta en un abrigo negro que se fundía con las sombras de los árboles. Fabiola cerraba el grupo, su expresión dura y concentrada, como siempre. Yo, en el medio, sentía la adrenalina bombeand