—Tú...—
—Consejero.— Dalila entró lentamente.
Adela y Susana la miraron.
En sus ojos se podía ver el odio y la ira.
Dalila suspiró silenciosamente cuando vio sus expresiones.
Habían sido compañeros de habitación durante tres años y hasta ahora no había pasado nada.
De repente, ya ni siquiera podían ser amigos.
Solo quedaba medio año y la mayor parte lo pasaría en prácticas y estancias fuera de la escuela.
Además, se mudarían a otra habitación. Sería menos incómodo ahora que no tendrían que verse a diario.
—No tienen por qué disculparse con nosotros. Cerremos este caso de una vez. Dalila no se molestó en pedirles disculpas. De todas formas, no sería sincera.
No importaba lo más mínimo.
—Estudiante , ¿estás diciendo que las has perdonado?—
Dalila sonrió. —No lo consideraría una disculpa. De todas formas, no lo necesitan de mí—.
—Entonces...—
—Terminemos esto aquí—, dijo Dalila. —Si no hay nada más, Kamila y yo haremos las maletas—.
—Está bien, está bien.— El consejero tampoco podía