— Así que esta fue la razón por la que el Duque aceptó a esa chica de esposa – Beatrice leía la información del documento en su mano.
— Ya sabía que ese hombre me resultaba conocido. En aquel momento fue a la mansión a ver al viejo Duque y ahora, cuando lo vi de nuevo, me preguntaba ¿qué andaba buscando?
— Era esto, chantajeó a Stefano con la muerte de su esposa. Esa fue la santa mujer que murió durante el secuestro y casi me impide acabar con el otro hijo de esa golfa.
Beatrice daba golpecitos en la mesa, delante de ella un intimidante hombre de traje, cabello rubio, canoso y actitud misteriosa.
— Las cosas se están complicando Gerald, hay que tomar medidas drásticas, porque tan lejos de la mansión, me es imposible enterarme de nada y con la estúpida de tu hija no puedo contar – le dijo con molestia.
— Contacta con el hombre ese corrupto, el detective que nos ha hecho otros encargos, dile que le pagaré bien por un asunto.
El hombre asintió, no era de muchas palabras.
— Esa vieja est