En las afueras del restaurante se despidieron, el “hasta mañana” que le dijo el señor Ko a Patricia no le gustó nada a Enzo, de buena gana la hubiera subido al auto para luego tomar el vuelo de regreso a casa y así terminar con las pretensiones de ese asiático, pero lo peor fue la brillante sonrisa que ella le dedicó a ese hombre.La tomó por el codo y la apresuró para que subiera al automóvil que lo había trasladado a él. –Tengo el auto que tú mismo me asignaste. –No importa, el chofer nos seguirá. –De verdad no entiendo qué haces aquí, yo no te hice ninguna consulta.Enzo se limitó a observarla de reojo sin re
Adia Gutiérrez estaba ansiosa esperando noticias de los hombres que había enviado a atacar a Enzo, tenía dos días esperando que él apareciera en ese aeropuerto, su plan era perfecto: Lo seguirían discretamente y en el momento oportuno lo balearían hasta dejarlo como un colador; reía ruidosamente anticipando la confirmación de la muerte de Enzo Villalba.Cuando su teléfono dio alarma de mensaje, lo revisó de inmediato y quedó petrificada, cuando volvió en sí un grito gutural salió de su garganta, él teléfono resbaló de sus manos. –¡MALDITO DESGRACIADO! –exclamó en voz alta–, no puedes haberte atrevido a dispararle a mi hija. –¿Qué pasa señora? ¿Por qué grita así? –preguntó un joven entrando al salón donde se encontraba. –¿Dónde están los hombres que envié por Enzo? –Perdí contacto con ellos hace bastante rato. –¿Y no se te ocurrió informarme? –Pensé que era porque venían hacia acá. –Búscalos, uno de eso
Enzo escuchó a su propio tío tratando de contratarlo para eliminarlo y apretó los puños para contener las ganas de rodear la mampara y descargar su arma tanto en él como en su primo, pero no podía hacerlo, no mientras su abuelo viviera, así que luego de respirar profundamente, respondió: –Se equivocó conmigo y mis hombres, no somos matones de feria. Si tanto desea verlo muerto, hágalo usted mismo, ya pueden irse, tengo otros asuntos qué atender y esos sí son importantes.Pidió que le sirvieran un trago cuando quedó solo en esa oficina, contemplaba el líquido ambarino en el cristal reluciente y recordaba que desde pequeño tuvo que cuidarse la espalda de su tío y de sus primos, tantas caídas y golpes que luego justificaban diciendo que era torpe, por eso apenas creció se apartó de ellos.Su abuelo había visto en él carácter y determinación, así como suficiente fortaleza y habilidad para mantener su legado, por eso lo eligió y eso lo sabía desde el día de su cumpleaños número
A Patricia se le hizo un nudo en la garganta instantáneamente, sus ojos se cristalizaron, sintió que el aire no llegaba a sus pulmones, hizo un gran esfuerzo y por fin pudo decir: –Quiero regresar.Héctor y el resto de los escoltas se vieron, él asintió y comenzó a ordenar todo para el regreso, por su parte, Patricia tomó valor y se comunicó con Ko. –Hola Patricia, ¿todo bien? –No, surgió algo urgente y debo regresar, el plan que tenemos continúa, cualquier cosa estaré pendiente del teléfono, volveré en cuanto todo se solucione en casa. –De acuerdo y si puedo ayudar en algo, no dudes en pedírmelo. –Gracias Ko, estaremos en contacto.A Patricia le pareció que el viaje estaba durando una eternidad, mientras estaba despierta solo restregaba nerviosamente sus manos una contra la otra y para cuando logró dormir fue un sueño inquieto en el que solo vislumbró diferentes escenarios en los que estaba Enzo herido, ella corría para ayud
Dos días después, el médico anunció que reduciría el sedante de Enzo para examinarlo despierto y así evaluar su estado lo que le permitiría decidir las siguientes acciones.En ese tiempo, la enfermera realizó varios intentos infructuosos para hacer salir de la habitación a Patricia, quien se había mantenido firme, solo abandonaba el lugar para tomar una ducha rápida y cambiarse de ropa; de resto, las comidas y unas pocas consultas que atendió del trabajo, lo hizo todo dentro de la habitación. –Esa joven es bien digna del jefe, ¿no? –comentaba Héctor. –Indudablemente –admitió William. –Ya viene el médico para examinar a Enzo, te agradezco que salgas de la habitación. –De verdad que eres terca, cuando el médico venga, será él mismo quien me indique si debo salir o no –replicó Patricia.En realidad, cuando el médico ingresó, le solicitó salir porque primero le quitaría las vendas de las quemaduras a Enzo para dejarlas expuestas unos minutos
Luego de procesar las palabras dichas por Enzo, estaba preparando su respuesta cuando el médico ingresó y dijo alarmado: –Enzo, deberías estar acostado boca abajo. –Solo que la ineficiente de su enfermera, lo hizo sentarse para poder seducirlo –intervino Patricia–, porque cuando llegué la encontré inclinada sobre su rostro, creo que quería besarlo o quién sabe que otra cosa más intentaba hacerle. –Eso es mentira –se defendió la mujer. –Entonces, ¿por qué lo sentaste? –preguntó Patricia furiosa. –Lorraine, te relevo de tus funciones –dijo el médico. –¿Qué? ¿Por qué me haces esto? ¿Por la palabra de una zorra de turno? Yo tengo años aquí.Patricia hizo ademán de acercarse a la enfermera, pero Enzo la sostuvo por la muñeca. –¿Tuviste relaciones con ella? Es la única explicación que encuentro para su actitud. –Posiblemente, no lo recuerdo en realidad. –Vaya territorio que dices que
Patricia decidió pasar esa noche, como las anteriores, en la habitación de Enzo en una butaca reclinable, a él lo sedaron y cuando amaneció todavía no había recuperado el sentido; ella aprovechó su estado para inclinarse y darle un beso en la frente, acto que fue grabado discretamente por William.La joven se despidió de todos y escoltada por Héctor más dos hombres adicionales, aparte del chofer, salió de la clínica donde se recuperaba Enzo. –Héctor, ¿realmente es necesario este despliegue de seguridad? –Señora, me gusta mi cabeza pegada a mi cuello, cumplo órdenes, no me la ponga difícil. –Es que me parece una exageración. –¿Exageración cuidarla a usted para el jefe? De ninguna manera. –¿Me cuidan para el jefe? –La cuidamos por órdenes del jefe, porque usted es sumamente importante para él, eso fue lo que nos dijo. –¿En serio? –Yo nunca bromeo señora.Patricia guardó silencio, disfrutando
Enzo notó el movimiento a su alrededor ya su vista estaba bastante restablecida, así que quiso saber lo que ocurría. –¿Qué está pasando? –Vamos a salir de aquí, te llevaremos a otro lugar para terminar tu recuperación. –¿A cuál otro lugar? –A mi casa –aclaró Patricia entrando a la habitación. –No, no es necesario, seguiré aquí. –Enzo no voy a discutir, tengo un plan para tu recuperación, ya lo discutí con el doctor y está de acuerdo conmigo. –Pero ese plan no lo discutiste conmigo que soy el más afectado, así que me quedo aquí. –¿Podrían dejarnos solos por favor? –pidió ella.William la miró con una sonrisa de medio lado, el médico asintió y buscó la puerta, la enfermera y otro escolta también se retiraron en silencio. Cuando la habitación estuvo despejada Patricia se acercó a Enzo para decirle: –Enzo, sé muy bien lo que está ocurriendo contigo, desde ayer he estado devorando in