Cuando las puertas del hospital se cerraron a su espalda, Enzo avanzó hasta el ascensor que lo llevaría al piso donde estaba internada Patricia, su teléfono vibró y tuvo que atender la llamada antes de subir al aparato.
–¿Qué tenemos?
–Es el casino Hollywood señor.
–¿Qué pasa?
–Creo que debería venir.
–De acuerdo –aceptó volviendo sobre sus pasos, tuvo que correr para llegar a su automóvil y evitar la lluvia–, vamos al Hollywood, espero terminar pronto y me llevas a mi casa, hac