Marga tardó bastante tiempo en calmarse ya que como yo, adoraba a la pequeña Silvia y no comprendiamos ninguna de las dos, como su padre consentía a todos los caprichos de esa mala mujer, aunque con ello, sufriera las consecuencias una niña de tan solo seis años.
— Ya que se han marchado y el jefe me ha dado las llaves de su coche, voy a aprovechar para ir a mi casa, quiero ver a mi padre y a mi ama de llaves, seguramente vendré a comer, no quiero que estés sola en un momento como este — le dije a Marga
— Está bien cariño gracias, pero ten mucho cuidado — me dijo ella
Cogi mi bolso, mi teléfono, las llaves del coche, acercándome hacia el garaje, donde no solo estaba el Mercedes, sino que habían dos coches más, un Pontiac y un Porche, quedando sorprendida cuando los vi. Subí al mercedes, lo arranque marchando en dirección a mi casa. Nada más llegar salió a recibirme Marta, dándonos un fuerte abrazo y dos besos
— Mi niña ya estas en casa, tu padre está muy enfadado contigo, pero cuando