63. La misma mujerzuelâ.
POV Baza.
Mis ojos no pierden detalle de Emilia. Su tono burlesco hacia el Príncipe es solo una coraza; tras esa máscara, palpita una emoción intensa que solo yo puedo descifrar.
Después de diez años a su lado, he aprendido a leer cada uno de sus gestos, cada ironía afilada. Sé que, aunque intente ocultarlo con sarcasmo, su corazón late acelerado, la felicidad lucha por salir a la superficie, temerosa pero firme.
El príncipe, a su vez, carga una tensión que casi puedo tocar. Su mandíbula se tensa como si sostuviera un huracán en su interior, y una sombra oscura cruza su rostro. Sin embargo, hay un destello en sus ojos, una luz fugaz que se enciende al posar la mirada en Emilia, como un faro en medio de la tormenta.
—Baza, sigue —dice, señalando hacia su oficina con un gesto seco, su voz firme pero cargada de un cansancio que pesa en cada palabra.
Camino con paso firme, llevando en el pecho una mezcla de respeto y una esperanza silenciosa por ellos.
Al entrar, me recibe un caos absolut