18. No soy tu enemiga.
POV Emilia.
—Señoras Laverde, mis amigos ya vienen por mí.
—Emilia —responde Ruth con una media sonrisa—, la señora Laverde es mi mamá. Yo no soy vieja. Te llevo, ¿qué?, unos ocho años a lo máximo.
Muerdo mi labio con fuerza. Siento el rostro arderme de la vergüenza, como si me hubiera expuesto demasiado sin querer. Me incomoda no haberlo pensado antes. Siento una punzada tonta de inseguridad en el estómago.
—Disculpa…
Ella me lanza una mirada de reojo y sonríe con suavidad, con esa calma que tranquiliza, como si supiera exactamente lo que estoy sintiendo.
—No hay nada que disculpar. Si vamos a trabajar juntas, es mejor que empecemos a familiarizarnos.
Asiento con torpeza, agradecida, y me acerco un poco más, obligándome a relajar los hombros.
—Gracias, Ruth. Muchas gracias, señora Romina —digo, tomándole la mano con cuidado, como si temiera quebrar algo frágil.
La señora Romina me rodea con un abrazo inesperado, cálido, apretado, casi maternal. Me quedo quieta un segundo, sorprendida