Mila.
—Mila… matarás a todos… —deslicé mis ojos en el espejo y pasé un trago duro.
Me giré de golpe mientras la agitación volvió un caos mi cuerpo.
Su mirada me había fulminado, desestabilizado y torturado. Su magnetismo, el mismo que siempre había tenido y ese poder que siempre superó mi estabilidad, volvía a golpearme de nuevo.
—¿Mila? ¿Qué ocurre? —Sergei tomó mi rostro con una caricia y negué.
—Nada… yo… quisiera tomar algo, se me secó la garganta.
Sergei frunció el ceño y asintió.
—No quiero que bebas mucho, pero te traeré algo… espérame…
Asentí colocando mis manos sudadas en la baranda del espacio, y pegué mi cuerpo a la columna.
La música vibraba con la misma fuerza, pero esto no tenía aspecto de terminar cuando noté que era él el que venía subiendo a la zona privada del cumpleaños.
No lo miré, pero me enderecé todo lo que pude, tratando de hacer caso omiso a su presencia, sin embargo, el grito de Sara solo me avisó que sí, él estaba a unos metros.
—¡Hermano! —cuando giré para