Mundo ficciónIniciar sesiónValentina Solís había enfrentado muchos horrores en su vida, pero ninguno se comparaba con ver a su hijo en brazos del diablo.
Sophie Müller se alzaba en el centro de la sala médica como una estatua de mármol manchada de sangre, su cabello rubio ceniza cayendo en ondas perfectas sobre los hombros de su traje de combate negro. El cañón de su pistola SIG Sauer descansaba contra la sien de Hermann Jr., cuyo llanto desgarrador perforaba el aire con la desesperación de un animal herido.
—Un movimiento y disparo al bebé —la voz de Sophie era cristalina, casi melódica, como si estuviera recitando una partitura de Mozart en lugar de amenazar con asesinar a un niño.
Valentina calculó la distancia: cuatro metros. Demasiado lejos para desarmarla, demasiado cerca para fallar si disparaba. Sus músculos se tensaron como cuerdas de violín a punto de romperse, cada fibra







