Diego no durmió esa noche, ni la siguiente, ni esperaba volver a dormir hasta que Hermann Jr. estuviera a salvo.

El bunker secreto ubicado a cuarenta kilómetros de Frankfurt había sido una adquisición silenciosa de los Cortés durante la expansión europea. Oficialmente no existía en ningún registro; extraoficialmente, había salvado más de una operación comprometida en los últimos cinco años. Las paredes de concreto reforzado bloqueaban cualquier señal electrónica, convirtiendo el lugar en una burbuja de silencio absoluto donde las conversaciones más peligrosas podían desarrollarse sin temor a oídos indiscretos.

Ricky llegó al amanecer del segundo día, su rostro marcado por la misma privación de sueño que atormentaba a Diego. Había volado desde Londres en un jet privado sin plan de vuelo registrado, utilizando id