Mundo ficciónIniciar sesiónEl aeropuerto de Frankfurt se extendía ante Valentina como un laberinto de cristal y acero, donde las voces se mezclaban en idiomas que no reconocía y los pasos resonaban contra el suelo pulido con la urgencia de quienes tenían destinos importantes. Hermann Jr. dormía contra su pecho, ajeno al peso del momento que se cernía sobre ellos como una tormenta a punto de desatarse.
Dos semanas. Habían pasado solo dos semanas desde que Diego había partido de la aldea, pero para Valentina se sentían como meses de silencio que habían crecido hasta convertirse en una presencia tangible. Sus manos se posaron instintivamente sobre su vientre, donde la vida que crecía en su interior había comenzado a moverse con más fuerza, como si el bebé también sintiera la tensión que se acumulaba en el aire.
La llamada había llegado la noche anterior. Elena, con esa voz que destilaba a







