Mundo ficciónIniciar sesiónEl vuelo de regreso a Frankfurt había durado once horas, pero para Diego se sintió como un viaje a través del tiempo. Las montañas de México se habían desvanecido bajo las nubes mientras Elena permanecía sentada a su lado, revisando documentos con la eficiencia mecánica de quien había hecho este tipo de extracciones docenas de veces antes. Diego había mantenido los ojos cerrados durante la mayor parte del vuelo, no porque estuviera durmiendo, sino porque necesitaba procesar la realidad de que había dejado atrás la única vida que le había dado paz verdadera.
Cuando el avión comenzó su descenso hacia el aeropuerto de Frankfurt, Diego sintió que algo dentro de él se endurecía. Las manos que habían aprendido a tallar madera con delicadeza se cerraron en puños sobre los reposabrazos del asiento de primera clase. La ciudad se extendía bajo ellos como un tablero de ajedrez donde cada edificio representaba una jugada calculada, cada calle una estrategia de poder. Era un mundo que con







