Mundo ficciónIniciar sesiónEl teléfono de Diego sonó a las seis de la mañana con el tono de emergencia que solo Dolores usaba. Valentina lo sintió despertar junto a ella en el sofá donde habían terminado la noche, sus cuerpos enredados en una intimidad que no había llegado a nada pero que significaba todo.
—Tenemos que hablar. Los tres. Ahora. —La voz de Dolores atravesó el altavoz como cuchillo—. No es negociable.
Cuarenta minutos después, Ricky los recogía en un BMW que olía a café recién hecho y al tipo de tensión que precede a los desastres. Nadie habló durante el trayecto. Diego miraba por la ventana con esa expresión que Valentina había aprendido a reconoc







