Terceros…
Por la mañana, Naim tomó su café cargado mientras se sentó en aquel escritorio que había visto solo desde otra visión.
No supo por qué una sonrisa de triunfo inundó su boca, pero aspiró el aire, sintiendo el olor de su baño resiente, y perfume. Su cabello húmedo caía ordenado sobre la frente, y su traje oscuro parecía recién planchado, como si nada estuviera fuera de lugar en el mundo… excepto, tal vez, su hermano.
Sharid no había dormido nada. Los demás generales y él habían trabajado toda la noche y debía presentarse frente al primer ministro dentro de los próximos quince minutos, pero tenía cierto temblor en las manos.
Nada de lo que estaba viendo le parecía normal.
—He visto que otros sub generales están llegando al palacio. ¿Crees que vayan a otra misión?
Él negó.
No estaba entendiendo un poco el plan del ministro, pero que se hubiese reunido con el consejo sin la presencia de los generales destacados en este momento de crisis, no era nada bueno.
“Sharid, no podemos avi