Zahar…
—Destino confirmado —dijo Asad, sin apartar la vista del monitor táctico—. Tres kilómetros al este, el subterráneo inicia allí. Bajo la arena.
Nos faltaban solo tres kilómetros, y eso era cuestión de dos minutos o tres a esta velocidad. Mi cuerpo vibraba, pero no era solo por lo que estaba a punto de suceder. La mirada de Kereem sobre mí, era el motivo.
Tenía que abrir la boca, para no estancar el aire, y de alguna manera no estaba midiendo la magnitud.
—Todo el que se encuentre abajo, es enemigo. No importa a quién vean, todos son objetivos.
Parpadeé lentamente cuando Asad dijo eso por el micrófono, y me pregunté qué rostros vería allí abajo.
Las camionetas frenaron en seco y no me quedó un espacio de segundos para preguntarle algo a Kereem. No había tiempo, y por lo que las conexiones hablaban, pelotones dirigiéndose aquí con rapidez.
Bajamos con precisión. No había tiempo para respirar, solo avanzar, y apreté el arma larga cuando las manos me sudaron.
—Formación en abanico.