(…)
Aaahhh… Doy un grito placentero, me remuevo de un lugar a otro, antes de abrir mis ojos estiro mi cuerpo, doy un fuerte bostezo. ¡Qué rico! Me siento rejuvenecida. Abro lentamente mis ojos y me asombro al percatarse que no estoy en mi apartamento y menos en la habitación que me dio Óscar.
Me levanto de golpe, restriego mis ojos una y otra vez, para ver si estoy encerrada en mi sueño. ¡Mierda! Es real. Aaay… Duele, me pellizco el brazo y duele.
¿Será que me secuestraron? ¿Será que me vendieron? Ooohh... Por Dios, ¿Será la mafia? ¡Bata Adara! Estás muy paranoica.
—Buenos días —una voz reconocida da dos golpes en la puerta y entra.