—Isabella, sé que no te agrado, pero yo… yo no lo hice a propósito, Antonio solo estaba cuidándome —dijo Erika mientras, con sus palabras, seguía tanteando mis reacciones.
Miré a Antonio, sin expresión alguna, dije:
—¿Puedes irte ya?
—Lo siento —respondió Antonio.
Su disculpa me tomó por sorpresa, levanté la cabeza y lo miré. Erika, a su lado, también se quedó de piedra.
Antonio siguió hablando:
—Lo siento, te ignoré. Ese día pensé que solo intentabas engañarme. Pensé que tenías algo en contra de Erika, y por eso…
Lo corté en seco:
—¡Para! El amor tardío vale menos que nada. Ya decidí terminar contigo, y no quiero que vuelvas a molestarme. Además, ahora todos los reconocen como la parejita feliz —miré a Antonio con una sonrisa sarcástica y añadí—: tengo guardadas todas esas fotos y videos, así que, si vuelves a molestarme, no te sorprendas cuando me defienda.
Antonio, sin alterarse, respondió:
—No importa lo que digas, esta vez yo me equivoqué contigo. Me disculpo y quiero compensarte.