Llegué temprano a los vestidores, incluso antes que Ashley y Heather. Ya estaba cambiada y me había puesto el uniforme anaranjado chillón del partido anterior. Lo había lavado con cuidado, incluso a mano, porque temía que se destiñera. Me senté en las mayólicas a acomodar mis medias y a ponerme la visera.
 -¿Cómo estás Katherine?-, me preguntó una vocecita dulce.
 -Bien-, dije, y cuando alcé la mirada estaba Magdalena Blokhin delante mío, con su sonrisita larga, sus pelos revueltos, las manitas juntas, sosteniendo su raqueta, una maleta colgando de su hombro y sus ojitos vivarachos, encendidos como fulgures de cometa.
 -He mandado hacer unos nuevos modelos de zapatillas, ¿te gustarían usarlos?-, me preguntó.
 -Estas que tengo son súper cómodas, le dije, me siento muy bien con ellas-
 -Son modelos aerodinámicos, te encantarán, pruébatelos, por fis-, me insistió.
 -¿Haces zapatillas?-, me interesé.
 -Mi papá, je je je, tiene su fábrica, el mercado es muy competitivo, ya sabes, pero él e