El partido fue demasiado complicado, como me advirtió Ashley. Elena Michelvic jugaba muy bien, era rápida y fuerte y se burlaba de mis errores.
-¡¡¡Tus bisagras necesitan aceite!!!-, decía provocando las risas en las tribunas atiborradas de público.
-¡¡¡No olvides comprarle muñecas a tus nietas!!!-, me dijo en otra que me mandó un globo, dejándome desairada.
-¡¡¡¿Ya pediste la silla de ruedas cuando termine el partido?!!!-, volvió hacer estallar en carcajadas al púbico.
-¡¡¡Cuidado con los achaques, abuela!!!-, se burló por un repentino acceso de tos que tuve.
La estrategia de ella dio resultado. Me sacó el partido. Ganó el primer set por 6-2 y fue ampliamente superior, dejándome con poca reacción. Me tumbé en la silla y Heather pasó la toalla por mi rostro. Ashley me mostró su tablet. Había grabado varias imágenes. -La izquierda es su punto flaco, mira, no reacciona cuando le mandan pelotas a su lado ciego-, me dijo.
Asentí y me cuadré delante de ella.
-¡¡¡Ya mandé compra