Capítulo 122

Me desperté tarde. Me duché de prisa y bajé corriendo al comedor. Marcial ya me esperaba en una mesa. -Las chicas desayunaron, están en sus cuartos, cambiándose y alistándose para ir al estadio, eres una tardona-, me regañó, besándome en la boca.

-Ay estuve repasando unas cosas y se me hizo tarde-, le dije azorada. Él me acomodó una silla. Ufff cómo me gustaban esos detalles de él. Encendían de inmediato mis fuegos.

Pedí una naranjada y tostadas. Él desayunó huevos revueltos con tocino y café con leche.

Estábamos hablando de cosas triviales, cositas de enamorados, cuando de pronto Ruth Evand irrumpió en el comedor, con su séquito, rodeado de periodistas, alborotando el comedor, desatando una intensa vocinglería y un desesperante tumulto. Se empinaron los mozos, los huéspedes empezaron a tomar fotos con sus móviles y todo se hizo un gigantesco griterío.

-¿Vieron? Yo soy la sensación, en cambio a los segundones nadie les hace caso, desayunando solitos sin que siquiera los acompa
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