Capítulo 107

Subí a mi carro y salí a toda prisa del club, llorando, maldiciendo, golpeando el timón y la guantera, dando patadas y haciendo que el auto zigzaguee por todas las pistas. Casi me estrello cinco veces, provoqué un accidente entre dos minivan, casi arrollo a un anciano y terminé enarenándome en una obra de construcción. Allí sin poder contenerme y tumbada sobre el timón me puse a llorar a gritos. Todos mi sueños de ser la esposa de Marcial se diluían con mis lágrimas y mi llanto interminable, las fantasías que había hecho al lado de él, soñándolo mío, convertida en su mujer, rodeada de hijos ahora me parecían fatuos y tontos, vacíos y hechos una mentira, y eso me hacía llorar más tanto que me daba cabezazos una y otra vez sobre el timón y me jalaba mis pelos con ira y furia, duchada de las lágrimas.

En la noche llegó a mi casa Marcial. Yo había llorado todo el día, había roto jarrones, platos y pateé todos los muebles. Garabateé cientos de cuadernos, y rompí vestidos y faldas, jalán
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