Un Pacto Oscuro
La noche en la calle del hierro, testigo del pacto de Conan y Gonzalo, se desvaneció en una tensa mañana. Mientras el lobo de las calles y el noble de honor preparaban sus piezas en el tablero de ajedrez, en el corazón del castillo, una partida mucho más oscura se jugaba.
El aire en el salón de bodas era tan frío y pesado como el mármol. Calix, vestido con los lujosos ropajes que lo ataban a su destino, se sentía como un prisionero. El brillo de las joyas y el murmullo de los nobles celebrando su unión con Isabel, su prometida, no lograban sofocar el clamor de su propia alma. El matrimonio, una alianza de poder y avaricia forjada por el Conde de Valois, era una cadena que lo ataba al trono, pero que, al mismo tiempo, lo separaba de lo único que realmente anhelaba: Kaida.
Su venganza, la mentira que la había encerrado en la prisión, había sido un acto impulsivo que ahora lamentaba con una amargura que le quemaba el alma. La quería libre, pero la quería para él. La quería