El Renacimiento del Reino
El sol del nuevo día bañaba la capital con una luz dorada, disipando las últimas sombras de la guerra. La Plaza del Mercado, antes teñida de sangre, ahora era un hervidero de actividad, susurros de esperanza llenaban el aire. El cuerpo de Morwen había sido retirado, la magia oscura se había disipado. La derrota de la oscuridad había sido completa.
En la sala del trono, Kaida, con el códice de las visiones en sus manos y el Espejo de las Visiones a su lado, se erguía como la monarca de un reino renacido. Conan, su Primer Ministro en la sombra, se movía con la autoridad silenciosa que le otorgaba su cargo. Orlo, el noble caído, ahora un noble respetado, se sentaba a su lado, sus consejos valiosos. Gonzalo, el león de la guardia, custodiaba las puertas, su presencia una roca de lealtad. Y el Conde de Valois, el antiguo enemigo, ahora un aliado, observaba con una reverencia silenciosa.
—Mi Reina, el reino comienza a sanar —dijo Conan, su voz grave—. El pueblo est