La Eterna Llama
Décadas pasaron desde el Gran Concilio de Reinos, y el Amanecer Dorado de Veridia se había consolidado en una era de paz y prosperidad sin igual. El reino, que había emergido de las cenizas de la tiranía, se alzaba como un faro de justicia, un testimonio del poder de la verdad y del amor. La historia de la tejedora que se convirtió en reina, de la princesa que encontró su destino, y de los tres hombres que la amaron, era contada por generaciones, no como un cuento de hadas, sino como una verdad inquebrantable que había transformado un reino para siempre.
La Reina Kaida, con el paso de los años, se convirtió en una leyenda viva. Su sabiduría, su empatía y su visión se extendieron más allá de las fronteras de Veridia, inspirando a monarcas y líderes de todo el mundo. Las reformas que había implementado, desde la educación universal hasta la sanidad pública, fueron emuladas por otros reinos, tejiendo una red de progreso y de igualdad que abarcaba el continente. El códice