"Hana"
Desperté a la mañana siguiente, al lado de un hombre que me miraba sonriendo y vi en sus ojos que me quería más de lo que podía soñar con querer y que fue por eso que insistió y no me dejó atrás. Tal vez esto podría funcionar.
—¡Buenos días, mi flor! —sonrió y me dio un beso, un beso que acepté y correspondí.
—¡Buenos días, psicópata! —miré sus ojos por un momento.
—Hana, ¡deja de huir de mí! —pidió una vez más, en un tono dulce, y sostuve su cara.
—¡Voy a intentarlo! —prometí otra vez y sonrió.
—Entonces ahora cuéntame qué te hizo huir, qué detonante apreté sin darme cuenta. —era siempre tan directo que era casi desconcertante. ¿Y qué diría, que estaba escuchando a escondidas? Bueno, eso no sería novedad.
—Te escuché gritándole a tu hija por teléfono. —decidí ser directa como él, era mejor hablar de una vez—. Fue agresivo, amenazador, aterrador.
—Hana, Giovana tiene dieciséis años, está en el pico de la rebeldía adolescente, se cree intocable, se cree dueña de la razón