"Giovana"
Había tomado mi baño y estaba mirando mis libros en el estante, pensando en cuál de ellos podría interesarle a Anderson para leer conmigo, no quería perder ese momento en que nos sentábamos a leer juntos y después conversábamos sobre el libro, sobre lo que cada uno estaba pensando, ¡era tan bueno!
Oí un golpe en la puerta y me volteé, tenía la certeza de que era él, aunque no estuviera visible en la puerta, porque solo entró a mi habitación una vez, solo ese día en que no quería almorzar y él hizo el avioncito. Tal vez debería hacer huelga de hambre otra vez, aunque fuera la huelga más rápida de la historia.
—Entra, Anderson. —llamé, pero no entró.
—No, fierecita. Tu mochila está conmigo. —respondió y fui hasta la puerta.
—¿Hay otra nota en mi cuaderno de matemáticas hoy? —pregunté y él dio esa sonrisa tímida.
—En el cuaderno de matemáticas no. —me miró de una forma tan linda, que me dejó en las nubes.
—Quédate parado ahí, entonces, no vayas para allá ni un paso. —pedí