"Ricardo"
No estaba muy cómodo con la salida de Anabel, pero ella no era una prisionera y no tenía derecho a quitarle el placer de divertirse con las amigas. Entonces hice lo único que podía, le pedí que tuviera cuidado y les di órdenes a los guardaespaldas para que se pegaran a ella.
Nuestra casa de hecho se había convertido en una fortaleza, con sistema de vigilancia que no dejaba ni siquiera un mínimo punto ciego en el área externa, garita con guardias veinticuatro horas, guardias en puntos estratégicos en todos los puntos del muro, cerca electrificada, alarmas, todo lo que un sistema de seguridad eficiente requiere. Sería imposible entrar ahí a escondidas. Eso me tranquilizó y entonces fui a la casa de Patricio.
—¡Ah, mira al tío Rick ahí, Marisol! —Patricio me recibió con la hija en brazos.
Me dio una sonrisita tierna y se agarró del cuello del papá. Era una niñita tan linda, con esos grandes ojos negros y el cabellito rizado, la piel en un tono café con leche y esa sonrisita