"Ricardo"
Después de que Donaldo se fue abracé a Anabel y la llevé al sofá. Había en ella una tensión, como si anticipara que la guerra se acercaba y no quisiera ir al enfrentamiento. Entendí el miedo que sentía, pero necesitaba liberarse de él o sería su rehén para siempre.
—Todo va a salir bien. Estás segura. —Le dije después de acomodarnos en el sofá.
—Quisiera tener esa certeza. Pero confío en ustedes, solo no quiero que se lastimen por mí. —Deshice con el dedo la arruguita de preocupación en su frente.
—Tu padre no puede tocarnos. Ahora cuéntame, ¿cómo estuvo tu día con las chicas? —Una sonrisa se insinuó en sus labios.
—Fueron maravillosas conmigo. Y tengo un montón de bragas nuevas, diminutas y de colores fuertes. —Me reí de su broma, pero tenía muchas ganas de ver esas bragas.
—¿Y por casualidad estás usando una de esas bragas? —Estaba muy interesado en el tema de las bragas y todo lo demás ya había sido olvidado por mi mente.
Ella se levantó del sofá y se quitó el vesti